Si tu bebé quiere explorar o si prefiere no hacerlo

La curiosidad por el mundo no solo depende del movimiento. La interacción entre el adulto y el niño motivará la exploración tanto al moverse como al preferir observar y así ellos nos irán mostrando cómo se sienten.

Al alejarse se están sintiendo seguros con su alrededor, podríamos acercarnos si es un lugar grande y público, sin embargo, si estamos en un espacio familiar motivemos su exploración, compartamos miradas y manifestemos sus logros. Si por el contrario se resisten, se muestran temerosos o tímidos, nos están diciendo que los debemos esperar, que aún no están listos para dar el siguiente paso y que hay que ser pacientes.

Este es un ambiente de respeto, debemos expresarles con palabras que los entendemos y con caricias que los acompañamos, también, ofrecerles que lo podemos hacer juntos o que nosotros empezamos.

Así podemos acompañar su exploración:

Poner atención y que él note nuestro interés:

• Dirigiéndonos hacia el objeto.
• Nombrándolo.
• Entregándolo o señalándolo.

Esperar:

• Darle tiempo a nuestro hijo para que responda luego de nuestra respuesta. Los turnos nos ayudan a entender qué quiere, creando un ambiente de confianza y autonomía, además es un primer momento para ir aprendiendo a relacionarse con otros.

Continuar, terminar o cambiar de actividad:

• Apoyar sus señales y compartir sus decisiones hará que nos sintonicemos con sus motivaciones.

La manera de relacionarnos con sus motivaciones creará una conexión en donde el niño explora y aprende cuando se siente seguro, se refugia en sus padres o cuidadores cuando se siente asustado y puede explorar nuevamente cuando ha sido respetado y aceptado por ellos. El gran aprendizaje como padres está en saber en qué momentos debemos intervenir y en cuáles nuestros hijos nos está informando que puede solo, por ejemplo, si lo vemos conversando con otros niños, permitamos que explore con ellos nuevas relaciones.