Amamantar no es sólo dar el alimento a nuestro bebé. Es también un momento de amor inmenso, en el que estamos construyendo y estableciendo nuestro vínculo emocional y físico con él.
Es un momento para transmitirle toda la paz y la seguridad que él necesita, al sentirnos cerca, al escuchar los latidos de nuestro corazón y nuestra voz.
La leche materna es el único alimento que el bebé necesita durante los primeros seis meses de vida, pues contiene todos los nutrientes necesarios para su desarrollo. Ningún alimento, ni las leches de fórmula, contienen todos los nutrientes que la leche materna provee.
Otras ventajas para el bebé:
Le proporciona toda la protección contra infecciones y enfermedades como: diabetes, asma, infecciones en el oído, infecciones respiratorias, diarrea, alergias, enfermedades virales y bacterianas, obesidad, incluso algunos tipos de cáncer como leucemia y linfomas.
Ayuda en el desarrollo de los huesos y músculos de la cara y la boca y en la formación de un adecuado arco dental.
Favorece al desarrollo neurológico, cognitivo y el desarrollo del lenguaje.
Otras ventajas para la mamá:
Ayuda a que el útero vuelva a su tamaño natural y disminuye el sangrado después del parto.
Reduce el riesgo de cáncer de mama, de ovarios y de osteoporosis.
El cuerpo produce oxitocina “la hormona del amor”, dándole la sensación de bienestar y los sentimientos de cuidar, proteger, amar y responder a las necesidades de su bebé.
La ayuda a recuperar su peso, pues diariamente el cuerpo invierte 500 calorías adicionales a las del gasto normal.
Es mucho más cómodo y práctico, pues no tiene que cargar equipaje adicional para alimentarlo, ni invertir trabajo, tiempo y energía en su preparación.
Ayuda en la economía del hogar
¿Qué es el calostro?
Es la primera “leche” que se produce, incluso algunas veces desde antes del nacimiento. Es un líquido viscoso de color amarillo claro, rico en proteínas y anticuerpos, que le brindará al bebé el alimento y la protección contra enfermedades. El consumo del calostro es muy importante.
El bebé consume el calostro en sus primeros 3 a 5 días, en cantidades pequeñas (es la cantidad que el bebé necesita por el tamaño de su estómago) y luego comienza el momento de la bajada de la leche o el momento de transición de producción de calostro a leche materna.
El tiempo de bajada de la leche varía de mujer a mujer, solo hay que tener paciencia y alimentar al bebé con frecuencia con el calostro hasta que baje la leche.
Luego del calostro viene la leche transicional, que es una leche de color blanco azulado, que tiene un mayor contenido de vitaminas solubles, proteínas, lactosa y grasas y se produce hasta la segunda semana del bebé.
Y finalmente llega la leche madura, una fuente de energía importantísima. Es una leche más blanca y consistente, con una mayor cantidad de grasa y calorías, importante para el desarrollo del cerebro y el mantenimiento de la estructura corporal.
El calostro materno facilita la expulsión del meconio y protege al bebé contra infecciones.
¿Qué es el calostro?
Es la primera “leche” que se produce, incluso algunas veces desde antes del nacimiento. Es un líquido viscoso de color amarillo claro, rico en proteínas y anticuerpos, que le brindará al bebé el alimento y la protección contra enfermedades. El consumo del calostro es muy importante.
El bebé consume el calostro en sus primeros 3 a 5 días, en cantidades pequeñas (es la cantidad que el bebé necesita por el tamaño de su estómago) y luego comienza el momento de la bajada de la leche o el momento de transición de producción de calostro a leche materna.
El tiempo de bajada de la leche varía de mujer a mujer, solo hay que tener paciencia y alimentar al bebé con frecuencia con el calostro hasta que baje la leche.
Luego del calostro viene la leche transicional, que es una leche de color blanco azulado, que tiene un mayor contenido de vitaminas solubles, proteínas, lactosa y grasas y se produce hasta la segunda semana del bebé.
Y finalmente llega la leche madura, una fuente de energía importantísima. Es una leche más blanca y consistente, con una mayor cantidad de grasa y calorías, importante para el desarrollo del cerebro y el mantenimiento de la estructura corporal.
El calostro materno facilita la expulsión del meconio y protege al bebé contra infecciones.
La llegada de un nuevo miembro a la familia es un momento emocionante y lleno de expectativas. Sin embargo, es importante entender que los primeros días después del nacimiento pueden traer consigo una pérdida de peso en el bebé, lo cual puede preocupar a los padres. En este artículo, vamos a explorar por qué ocurre esta pérdida de peso y cuándo es de esperarse que el bebé la recupere.
¿Por qué los bebés pierden peso al nacer?
La pérdida de peso del bebé en los primeros días de vida es una parte completamente normal del proceso de adaptación. Hay varias razones detrás de esta pérdida de peso:
Eliminación de líquidos: Durante el parto, el bebé puede eliminar líquidos y residuos a través de la orina y las primeras deposiciones, conocidas como meconio. Esto puede dar la impresión de una pérdida de peso inicial.
Ajuste a la alimentación extrauterina: Una vez que el bebé nace, su sistema digestivo debe adaptarse a la ingesta de leche materna o fórmula. Esto puede llevar algún tiempo y afectar temporalmente la ingesta de alimentos del bebé.
Reservas de energía: Los bebés nacen con reservas de grasa que les proporcionan energía durante los primeros días de vida, antes de que su sistema digestivo esté completamente desarrollado y puedan alimentarse por sí mismos.
En ningún momento esta pérdida de peso debe ser asociada a que la mamá no tenga la producción de leche suficiente.
¿Cuánto peso es normal perder y cuándo se recupera?
La cantidad de peso que un bebé puede perder y el tiempo que tarda en recuperarlo puede variar, pero generalmente se considera que una pérdida de peso de hasta el 10% del peso al nacer es normal y esperada. Por ejemplo, un bebé que nace con un peso de 3.5 kilogramos podría perder hasta 350 gramos sin que esto sea motivo de preocupación.
En cuanto a la recuperación del peso perdido, la mayoría de los bebés comienzan a recuperarlo dentro de la primera semana de vida. Para la segunda semana, la mayoría ha recuperado su peso de nacimiento o está en camino de hacerlo.
¿Cuándo debo preocuparme?
Aunque la pérdida de peso inicial es normal, es importante estar atento a ciertos signos que podrían indicar un problema. Si la pérdida de peso del bebé continúa más allá de la primera semana o si muestra signos de deshidratación, letargo o dificultad para alimentarse, es crucial buscar ayuda médica de inmediato.
Apoyo durante esta etapa
Es fundamental que el bebé reciba el calostro materno durante los primeros días, pues este beneficia la expulsión del meconio (primeras deposiciones) y le aporta sustancias claves para defenderlo de infecciones respiratorias y digestivas. La lactancia materna debe darse a libre demanda o máximo cada 2 horas, y en las noches, si el bebé pasa más de 4 horas dormido, es indispensable despertarlo para alimentarse. Busca ayuda de un profesional de la salud si hay preocupaciones.
En resumen, la pérdida de peso del bebé al nacer es un proceso normal y parte de su adaptación a la vida fuera del útero materno. Con el apoyo adecuado y la atención médica cuando sea necesario, la mayoría de los bebés recuperan su peso perdido y continúan creciendo y desarrollándose de manera saludable.
Postura y forma correcta para amamantar
La clave para evitar los problemas de pezones adoloridos y agrietados, es la correcta postura del bebé al amamantar.
El cuerpo del bebé debe quedar completamente de frente al cuerpo de la mamá. Su cabeza y su cuerpo deben quedar alineados (el bebé no puede quedar con su cabeza girada, pues lastimará los pezones)
Antes de lograr el agarre, es muy útil asegurar el pecho con una de las manos en forma de C, poniendo el dedo pulgar en la parte superior del seno y los demás dedos en la parte inferior.
Con el otro brazo cargamos al bebé, manteniéndolo de frente hacia nuestro cuerpo. Con la mano sostenemos el bebé por el cuello y espalda y damos apoyo a su cabeza para que esta quede ligeramente hacia atrás.
Una vez tengamos bien asegurado al bebé, lo llevamos hacia el pecho empujándolo suavemente para ayudarlo a lograr el agarre.
Antes de pegar al bebé, presionamos un poco la areola para que salgan unas goticas de leche. Estimulamos al bebé para que abra su boca, tocando el borde de la boca con el pezón. Cuando el bebé abra su boca completamente, introducimos el seno procurando que el pezón se dirija hacia el paladar.
Los labios del bebé deben quedar totalmente abiertos (como boca de pescado), agarrando el seno desde la areola y no desde el pezón, para lograr una buena succión. Todo el pezón y una buena parte de la areola, especialmente la parte inferior, deben quedar adentro de la boca del bebé. De esta forma tendremos un agarre profundo.
La lengua del bebé debe quedar envolviendo el pezón por la parte inferior, las mejillas deben verse redondeadas y la nariz y la barbilla se apoyan ligeramente sobre el seno de la mamá. No hay necesidad de destapar su nariz, pues al hacerlo podemos propiciar un mal agarre.
En el momento de la succión el bebé trabaja con la mandíbula, se observa el movimiento de ésta de arriba hacia abajo y las orejas y la sien también se mueven. No se deben escuchar chasquidos y la mamá no debe sentir dolor.
Recomendaciones para identificar un buen agarre
agarre
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El calostro es el primer alimento que la madre produce en los primeros días de vida del bebé, antes de la bajada de la leche.
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Extracción y banco de leche
La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda la lactancia materna exclusiva hasta el sexto mes de vida de tu bebé.
Sin embargo, la práctica de la lactancia materna es beneficiosa más allá del mes 6, proporcionando beneficios que se extienden a etapas posteriores incluyendo la adultez. La Academia Americana de Pediatría (AAP) recomienda lactar por lo menos un año y la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone continuar la lactancia por lo menos 2 años, basándose en el concepto del aporte nutricional de la leche materna a esta edad, ya que la leche materna entre el año y los 2 años aporta un 30% del requerimiento de energía y un 50% del requerimiento de proteína del niño, por lo cual lactar puede convertirse en una medida nutricional salvadora en poblaciones en situaciones de inseguridad alimentaria.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda la lactancia materna exclusiva hasta el sexto mes de vida de tu bebé.
Sin embargo, la práctica de la lactancia materna es beneficiosa más allá del mes 6, proporcionando beneficios que se extienden a etapas posteriores incluyendo la adultez. La Academia Americana de Pediatría (AAP) recomienda lactar por lo menos un año y la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone continuar la lactancia por lo menos 2 años, basándose en el concepto del aporte nutricional de la leche materna a esta edad, ya que la leche materna entre el año y los 2 años aporta un 30% del requerimiento de energía y un 50% del requerimiento de proteína del niño, por lo cual lactar puede convertirse en una medida nutricional salvadora en poblaciones en situaciones de inseguridad alimentaria.
“En ocasiones no apreciamos la dimensión del vínculo afectivo generado con nuestros hijos a través de la lactancia, pues va más allá del plano físico y del cuidado… es una conexión profunda que involucra intensamente sentidos y emociones en una dimensión espiritual”
Paula Andrea Henao
Médico Pediatra, U. de A., Medellín – Colombia
Consultora Internacional Certificada en Lactancia Materna
Tool-be® apoya, defiende y promueve la lactancia materna como uno de los mayores regalos de vida que una mamá puede dar a sus hijos.
